viernes, 4 de julio de 2014

Suplementación (III): Yodo


Seguimos con nuestra serie de entradas relacionadas con los micronutrientes más importantes en lo referente a la nutrición de las embarazadas con el tercero en discordia; el yodo.

Nutriente esencial para el ser humano, el yodo es imprescindible para la síntesis de hormonas tiroideas, las cuales son fundamentales para el metabolismo celular, así como para los procesos de desarrollo y funcionamiento de todos los órganos, con especial énfasis en el cerebro. Dado que el encéfalo humano se desarrolla en su mayoría durante el periodo prenatal, aunque también durante la primera infancia, resulta importantísimo que el feto reciba un correcto aporte de yodo durante el embarazo, pues un déficit en el mismo puede causar lastres irreversibles en el desarrollo neurológico del bebé.



Es importante tener en cuenta que, en la actualidad, la mayoría del yodo del planeta se encuentra en los entornos oceánicos, y por tanto en los alimentos con un origen relacionado, mientras que es extremadamente escaso en el medio terrestre. Esto, unido al hecho de que se trata de un micronutriente imposible de almacenar, resulta esencial ingerirlo diariamente en su justa y adecuada dosis.

Dicho esto, en torno al déficit de yodo suelen englobarse un amplio conjunto de enfermedades bajo el nombre de “trastornos por deficiencia de yodo”, entre las que se incluirían patologías como el bocio endémico, abortos de repetición, retraso en el crecimiento en niños y adolescentes, retraso mental, o cretinismo. En su mayoría, todas ellas son consecuencia de alguna alteración grave en el desarrollo cerebral y neurológico del feto, totalmente irreversibles tras el nacimiento. Según la OMS, el déficit de yodo es la primera causa, tras la inanición extrema, de la aparición de retrasos mentales y parálisis cerebrales evitables, por lo que desde 1990 dicha organización incluye este micronutriente entre uno de los derechos básicos nutricionales para la infancia.

Pese a todo, existen en nuestro país entre un 30 y un 50% de embarazadas que no consumen su dosis mínima diaria de yodo, ante lo cual aparecen una serie de puntos a tener en cuenta:

  • La sal yodada pasa a ser imprescindible, así como capital para la corrección del estado de déficit. Ha pasado a ser una prioridad mundial en la salud pública.
  • Pese a todo, en embarazadas pasa por ser una medida insuficiente para alcanzar las medidas mínimas estipuladas (300 microgramos al día). Aparece así el concepto de la suplementación en forma de yoduro potásico. 

Por todo ello, las autoridades sanitarias y científicas recomiendan una suplementación con yodo durante todo el embarazo de unos 200 microgramos más de lo recomendado, y a ser posible desde antes de la propia gestación.



Por último, señalar que el consumo excesivo de yodo se ha asociado a un mayor riesgo de tiroditis autoinmune o de hipertiroidismo en la madre e hipotiroidismo en el neonato, aunque esto no ha de llegar a temerse, pues una correcta suplementación nunca alcanzará las cuotas que llegan a exponer al consumidor a este tipo de patologías.

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